La Costa Azul y la Provenza. Dos palabras que evocan historias y paisajes privilegiados. Naturaleza, clima, belleza. Y arte. Vamos a viajar por el sur de Francia. Lo haremos en dos tramos. Una ruta circular, sobre Antibes y Niza, y luego directamente en la Provenza. En la primera hablaremos de amor, vejez, amigos, de perfume y de artistas. En nuestro segundo tramo sólo hablaremos de Van Gogh. De cómo esta naturaleza idílica no fue suficiente para llenar su atormentado interior.
Este primer tramo se puede seguir en 266. ENCUENTRO CON EL ARTE EN EL SUR DE FRANCIA . Vamos a reproducir los textos. Este es un viaje que tiene el arte como hilo conductor. Este es un viaje que tiene como escenario a una de las naturalezas más dibujadas del planeta, y a algunos de los artistas que por allí pasaron. Es un día recorriendo los alrededores del epicentro de la Costa Azul, donde pasaremos de carreteras atestadas con conductores frenéticos a tranquilas localidades detenidas en el tiempo. Nos pararemos en las personas que han vivido y en las que hoy lo hacen. Adentrémonos en el arte y el paisaje.
ANTIBES, PICASSO Y EL AMOR.
Primera parada en el Castillo de Picasso en Antibes. La alegría de vivir (La joie de vivre) según denomina el pintor a una serie de sus pinturas. Allí se instala con François Gilot, ella tenía apenas 21 años y el 61. Los primeros meses de relación fueron una orgía de felicidad, por el fin de la segunda guerra mundial y el encanto de haberse conocido. Tuvieron dos hijos, y convivieron hasta 1953 cuando ella, por primera vez en la vida de Picasso, lo abandonó. Los muros del antiguo castillo Grimaldi siguen arrogantes frente al mediterráneo desde el siglo V Hoy desde la terraza unas estatuas miran desafiantes este mismo paisaje.
CAGNES SUR MER, RENOIR Y LA VEJEZ.
Renoir también consiguió el bienestar en su vejez. Es la alegría de sentirse vivo, en sus dos sentidos. Para sus últimos años buscó cuidadosamente un lugar donde continuar con su pintura. Lo halló en la Granja de Les Collettes, en las afueras de Cagnes sur Mer. Renoir ha sido atacado por el reumatismo cruelmente, en brazos y piernas; desde 1912 le tenían que atar el pincel a sus dedos anquilosados. Fuera la naturaleza estalla en su cálido jardín, con flores y frutos brillantes. En su decrepitud analiza y retrata la belleza, del paisaje y de las modelos desnudas que le visitan. Hoy el interior de la vivienda se conserva como lo dejo Renoir, y el exterior con el mismo entorno que pintó en su día.

SAINT PAUL DE VENCE. LA COLOMBE D,OR Y LOS AMIGOS.
El entorno no crea al artista. ¿O sí? Saint Paul de Vence es un precioso pueblo, con calles empedradas, recoletas plazas, soberbias vistas y, sobre todo, muchas galerías de arte. En 1920, Paul Roux con la ayuda de su madre, abre un café con terraza al aire libre que se transforma en pista de baile los fines de semana. Después crea un albergue llamado La Colombe d’Or. Cuando en 1940 muchos artistas se mudan al sur de Francia, son atraídos a su café, y Paul Roux cambia muchas cenas por cuadros o pinturas que los comensales le hacen en la pared. Hoy existe una impresionante muestra de Picassos, Miros, Braques, Matisse… Este restaurante (que sigue funcionando en la actualidad, regido por sus herederos), es la avanzadilla de la legión de galerías que hoy ocupan todas las calles de St. Paul. Puerta con puerta, todos los estilos artísticos se dan cita en este pueblo.

GRASSE. EL PERFUME COMO ARTE.
Cuando visitamos Grasse buscamos una idea, una etérea forma de arte. La capital mundial del perfume nos ofrece un fuerte contraste con nuestra visita anterior. Aquí debemos trascender el paisaje y dejarnos llevar por los olores. Grasse se consagra al perfume, a partir del siglo XVII, por el simple hecho de tener cercanas las materias primas para la elaboración: los grandes campos de lavanda de la Provenza. De allí a experimentar con las mezclas de almizcle, ámbar y algalia. Los artistas perfumeros defendían que sus productos combatían la tristeza y la melancolía. Uno de los más reputados perfumistas actuales es Fragonard, en cuyas instalaciones puede verse el museo del perfume. Alambiques y mostradores donde encontrar ese remedio temporal para el ánimo. También Dior, buscó su refugio en Grasse.

MOUGINS Y LOS ARTISTAS.
Y claro, el principal protagonista del arte: el artista. En Mougins siempre ha habido, y hoy se siguen trasladando allí a vivir. Mientras que las carreteras trepidan debajo, “la ancient ville de Mougins”, contempla como muchos de sus pintores residentes buscan la inspiración. Una chica manchada de pintura da por concluida su jornada de hoy. Cierra la puerta del estudio, donde cuadros pinceles y pinturas se agolpan. Unas palabras con el propietario de la Galería y a casa. Mañana seguirá avanzando el cuadro. Porqué también en Mougins hay galerías, más de treinta, pero lo que lo definen y lo han hecho siempre es el amor que le han profesado los artistas. Esta villa, que vista desde el aire es circular en torno a un monte, fue la última morada de Picasso, otro de los artistas que vivió aquí.

SAINT-REMY EN PROVENCE. ULTIMOS DIAS DE VAN GOCH.
Este entorno que los dioses privilegiaron, también deja lugar a la tristeza. Van Gogh creó arte, magnificado con el paso del tiempo, hasta convertirse en mito. Pero no supo moldear su genialidad, y murió sin gloria y con pena. Nos trasladamos a algunos de los últimos lugares de su vida. Nada más contrario al paisaje de la Provenza que su lugar de nacimiento, en una Holanda de tonos grises. Tan oscuros como sus orígenes, hijo de un pastor protestante, enfermizo y rechazado por las mujeres. Theo, su hermano y amigo desde la niñez le recomienda una estancia en la Provenza. Aquí encuentra el color. Reside en Arles, donde ahora rastreamos algunos de sus escenarios. Nos encontramos con El café de la noche, El viejo molino, La casa amarilla. Hoy el amarillo del café sigue, pero se sirven hamburguesas y pizzas a turistas apresurados.

Por fin nos trasladamos al Monasterio de Saint-Remy, que se conserva como en su tiempo. Su austera habitación, con vistas al huerto donde se han instalado paneles para dar cuenta de los escenarios que estuvo el autor. Nos imaginamos en este placido paisaje primaveral como Vincent trataba de encontrar la esencia de los colores, con el filtro de una mente atormentada. Sus últimos años de vida, entre los que se encuentran los que transcurrieron en este sanatorio, son los generadores de sus más de 150 dibujos y 143 óleos, auténticas obras de arte, entre ellas las famosas series de girasoles.

Salimos de la pequeña habitación que ocupó Van Gogh, atravesamos las piedras del claustro del antiguo monasterio, y la luz se abre sobre este jardín con almendros en flor junto a lirios y girasoles. Olivos con las montañas de los Alpilles al fondo. De allí también salió Van Gogh el 16 de mayo de 1890, para dos meses más tarde acabar con un tiro su vida.

Abandonamos la Provenza y el viaje viendo como un tibio sol calienta esta fría primavera. Nos acompañan imágenes de las vidas de los que han sufrido y gozado antes de nosotros. Y, el arte.